Este será el antecedente directo del Movimiento Pánico o Grupo Pánico, fundado en París en 1962, por cineasta y dramaturgo Fernando Arrabal, el célebre director de teatro Alejandro Jodorowsky -de origen chileno-, y por Roland Topor -pintor y actor francés-. Las primeras experiencias pre-pánicas parten de las obras del primer teatro de Arrabal entre 1953 y 1961, así como del teatro vanguardista que Jodorowsky lleva a los escenarios de
El nombre de este movimiento se inspira en Pan, semidiós de los pastores y rebaños en la mitología griega; identificado con un fauno en la mitología romana. Pan era el dios de la fertilidad y de la sexualidad masculina desenfrenada, representa la naturaleza salvaje. Se dice que perseguía ninfas en los bosques buscando sus favores, en este sentido tiene ciertas actitudes dionisiacas. Se cuenta que Pan acostumbraba tomar siestas durante el día, y que cuando alguien lo llegaba a despertar era sumamente iracundo y su actitud provocaba un miedo enloquecedor, de aquí el surgimiento de la palabra “pánico”.
Las principales influencias que recibe el movimiento pánico son: el teatro de la crueldad de Antonin Artaud, el surrealismo, las vanguardias artísticas, la filosofía de Wittgenstein, las matemáticas Mandelbrot (que se refiere a conjuntos fractales), la patafísica (movimiento cultural francés de la segunda mitad del siglo XIX, vinculado al surrealismo), el ajedrez y el arte de Marcel Duchamp y el cine de Man Ray (impulsor del surrealismo y el dadaísmo en
Este movimiento forma parte de la serie de corrientes subterráneas que surgen en los años sesenta y setenta, caracterizadas por un malestar cultural que les hacía cuestionarse los límites represivos y productivistas que formaban parte de la identidad burguesa, en cambio promovían:
- La disidencia sexual
- La curiosidad psicotrópica
- La experimentación espiritual
- Y el escepticismo ante la modernización
El arte que resulta de este movimiento rompe con las convenciones sociales, según Cuauhtémoc Medina “No se trataba de un desplazamiento en pos de una meta concreta, sino de una epidemia de una variedad de obsesiones, deseos y utopías instantáneas”[4], y para algunos, el arte fue el medio para expresar esta heterodoxia.
La inquietud por romper con lo establecido se manifiesta en muchos países, y en México con particular intensidad; ya no se trataba de copiar una moda proveniente de un país desarrollado sin una reflexión de por medio, la contracultura mexicana adquirió matices propios. Estos movimientos asumieron que, desde los tiempos de la generación beat[5], México se convirtió en un receptáculo de las fantasías de escape de Norteamérica, México era entendido como “el otro” de Norteamérica; pensaron en los pueblos indígenas como una utopía de varias de sus búsquedas contraculturales”[6]; y se caracterizaban por la disidencia religiosa.
Todos estos factores forman un caldo de cultivo que, según Medina, “nos plantea ante una serie de trayectorias artísticas que sugieren la aparición de una especie de nuevo barroco: una profusión de formas simbóliocas, decididamente antirracionales, adictas a la sobrecarga de los sentidos, inclinadas a formular visiones apocalípticas de la modernidad y el capitalismo, que definía su producción por medio de un código que combinaba terror, sensacionalismo y sexualidad[7]”.
Jodorowsky plantea la oposición entre la cultura establecida y el ataque del pánico, en términos circenses: están por una parte los augustos, que representan la cultura establecida; y por otra parte los payasos, que obedecen a una conducta pánica; ambos frente a un público indiferente. Sin embargo, los precursores del movimiento pánico no se conformaban con tener una audiencia indiferente, como el payaso y el augusto en el circo, sino que pretendían enfrentar al público, borrar la distancia entre ellos y la obra; consideraban que la condición imitativa del teatro y la abstracción del arte moderno neutralizaban al público, por eso buscaban siempre romper esos esquemas.
Jodorowsky había participado en círculos poéticos y teatrales en Chile, su país de origen; viaja después a París para trabajar como colaborador del Marcel Marceau. Llega a México en 1960 para convertirse en el mayor director de teatro de vanguardia, introduce el repertorio del teatro del absurdo de Ionesco y Beckett, y se nutre del concepto de Artaud de un “teatro de la crueldad” (sorprender e impresionar a los espectadores, mediante situaciones impactantes e inesperadas. Con esto se pretende dejar una huella en el espectador, que la obra lo marque). Con Jodorowsky el auditorio se enfrenta a obras insólitas, “donde privan la confrontación, la violación sistemática de las funciones y espacios del escenario, y la búsqueda de tres ingredientes: euforia, humor y terror”.
La respuesta del espectador podía ser desde fascinación hasta censura, de hecho, Jodorowsky es censurado por obras como: La sonata de los espectros (1961) escrita por Strindberg, Fando y Lis (1961) de Fernando Arrabal, y sobre todo por La ópera del orden -escrita por el mismo Jodorowsky-. Debido precisamente a esa censura, se marcha a París junto con Fernando Arrabal y el dibujante Roland Topor, y allá lanzan el “movimiento pánico” en 1962, como una alternativa vanguardista que pretendía remplazar al surrealismo.
Dado que los montajes más radicales de Jodorowsky eran censurados, y para oponerse al carácter figurativo y abstracto del teatro tradicional, durante 1961 y 1962, decide montar “efímeros”. Estas obras no eran puestas en escena por temporada, como tradicionalmente se hace, sino que se presentaban una sola vez; no contaban con un guión detallado, sino que los participantes improvisaban a partir de una idea. Estas puestas se llevaron a cabo con el apoyo del círculo de artistas de
Con los efímeros se pretendía eliminar la separación entre la obra y la realidad, eran más bien “fiestas-espectáculo”, el objetivo era superar la figuración y la abstracción, para lo cual integraba algunos elementos llamados no teatrales, en éstas puestas según Jodorowsky “Todo es teatral y nada lo es”.
Medina pone el ejemplo del Efímero de San Carlos, presentado en abril de 1964. La escenografía era un relieve hecho con tortillas y pan, y la obra muestra a un personaje (Monstruo-monstruo) descuartizando una paloma viva; después otro grupo de actores gritan “Vote por el PRI, lo que importa es el programa”; luego Jodorowsky lee un fragmento de Shakespeare y arroja comics a los estudiantes de arte y grita que esa es la verdadera poesía del siglo XX; al mismo tiempo Manuel Felguérez clava a una muchacha en un panel blanco y empieza a pintarla, esa obra será titulada paradójicamente “Humanismo”.
Estas obras eran creadas para perecer, por lo que concientemente no se guarda documentación alguna sobre éstas puestas, que eran hechas para provocar una transformación personal y un efecto liberador en una sociedad mayormente mojigata. Eran una vía terapéutica según Jodorowsky, porque ahí se llevaban a cabo actos que no se podían realizar en el teatro ordinario o en la cotidianidad; además los actores proponían libremente los actos que querían ejecutar en escena, por lo tanto “La destructividad de estos “delirios” era, por consiguiente, liberada”.
Los efímeros pánicos buscaban derrotar el intelecto a través del shock, lograr una transformación, conducir al sujeto a la vivencia y sacarlo del esquema de su personalidad. Mientras que el objeto augusto fortifica la conciencia y limita la existencia; el pánico quiere hacer útil lo inútil (la conciencia) y transformarlo en existencia.
El movimiento pánico no se limitó al teatro, también hubo varias obras cinematográficas, como el Topo, Fando y Lis,
Más allá de que nos guste o no, este movimiento es importante porque nos ayuda a comprender el arte de nuestro tiempo.
A lo largo de la historia del arte, se ha visto una inquietud recurrente por imitar los cánones clásicos, vemos por ejemplo la expresión artística del renacimiento o el estilo neoclásico como muestra de ello. Será durante el romanticismo, ya en el siglo XIX, que la preocupación por reflejar las pasiones y las emociones, hace que estos modelos clásicos pierdan vigencia. Sin embargo hasta hoy, mucho de lo que se ha creado bajo el paradigma artístico del periodo clásico, sigue siendo considerado como una muestra de lo que el arte es en general. Por esta causa, la expresión contemporánea, para muchos, no tiene ningún valor.
De ahí la importancia de estudiar el movimiento pánico, que se deriva del surrealismo y la ruptura de los cincuenta, pues este movimiento nos permite entender, que a partir de aquellas décadas se empieza a gestar el arte que se produce hoy.
El movimiento pánico no busca representar algo específico y predeterminado, no busca transmitir una idea o una imagen, en otras palabras, no se ciñe a un canon. Lo que pretende más bien es expresar la creatividad misma, lo que busca es despertar emociones, hacer que el espectador se involucre en el hecho artístico. En el movimiento pánico, no hay nada que entender, sin embargo hay mucho que sentir y experimentar, tal como sucede con el arte contemporáneo.
El movimiento pánico, nos permite darnos cuenta que los valores estéticos grecorromanos, renacentistas (o de cualquier otro periodo artístico), aunque siguen siendo una importante referencia histórica, han dejado de representar lo que la sociedad es hoy. Muchos creen que el arte contemporáneo no tiene valor porque en muchos de los casos carece de significado, pero el estudio del movimiento pánico nos enseña que el significado es precisamente esa carencia.
Las culturas prehispánicas, sabían perfectamente cómo llevar a cabo las obras artísticas, pues esas obras representaban un modo de vida y una cultura perfectamente delineada. Del mismo modo, la carencia de sentido y de objetivos de la sociedad actual, se refleja en la expresión artística contemporánea; el hecho artístico es el reflejo de lo que un pueblo es, lo que resta pensar es -entonces-, qué es lo que no nos gusta o porqué no nos gusta aquello que somos y que reflejamos.
Por otra parte, también es digno de mención el hecho de que, el surgimiento de este movimiento, sin marcos y sin lineamientos, ha favorecido directa o indirectamente, que el artista sea cada vez más libre, más innovador, más creativo. Gracias a eso, hoy el hecho artístico no se limita a un lienzo, a un trozo de roca o a un molde, sino que ha traspasado fronteras insospechadas; es así que la frase “En el arte ya se ha visto todo”, sea menos válida que nunca.
[4] Debroise, Oliver. “La era de la discrepancia”, Ed. UNAM, México 2006, Pag 90.
[5] Se refiere a un grupo de escritores norteamericanos de los años 50, que se caracterizaban por el rechazo a los valores norteamericanos, el uso de drogas, la libertad sexual y la inclinación a la filosofía oriental. Después van a influir en la contracultura hippie.
[6] Debroise. Op. Cit, p. 90.
[7] Debroise. Op. Cit, p. 90.
La sedición, la contestación y la radicalidad son elementos necesarios en la estética del siglo XXI.
ResponderEliminarmuy interesante, gracias
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